La frase “muerto el perro se acabo la rabia”, cambia “muerto el perro empezó la rabia”

Nacida en 1976, A. narra su historia con un semblante lleno de paz. Aún en su dolor profundo, su expresión habla por sí misma: ella pudo perdonarse, pudo abrir su corazón y sanarlo. Tal es así que hoy afirma: "Yo sé que mi hija se ríe desde el cielo porque su mamá no llora más". La historia de A. es la de una mujer que piensa que el aborto le dejó una herida en el alma, pero, como dice ella: "las heridas del alma, como las del cuerpo, pueden y tienen que estar bien sanadas". Aquí su testimonio. Lleno de dolor. Lleno de esperanza.